De Till Krech from Berlin, Germany - ugly masks, CC BY 2.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=4106326
Somos una mezcla de nuestra genética, nuestras experiencias y el entorno.
1º GENÉTICA. EL FACTOR MENOS DETERMINANTE
Los
seres humanos nacemos provistos de un código genético que determina algunos
aspectos de nuestra personalidad. Esta circunstancia se debe a que nuestro ADN
define la estructura neuronal y física de nuestro cerebro, es decir, podemos
heredar de nuestros padres la cualidad de segregar hormonas como la serotónina,
la dopamina y la noradrenalina en mayor o menor medida. Estas sustancias son
neurotransmisores que influyen en la capacidad de sumisión, de liderazgo, la
tolerancia al estrés o la predisposición al riesgo y las adicciones.
Luego
está el sistema simpático, encargado de las reacciones a determinadas
situaciones y que depende de la psicopercepción de un estímulo de carácter
emocional no neutro. Este mecanismo de defensa puede alterar el ritmo cardiaco,
la respiración, la dilatación de las pupilas, la estimulación de las glándulas
suprarrenales, la sudoración e incluso es capaz de aumentar nuestra fuerza y es
lo que nos hace huir, defendernos, atacar o quedarnos paralizados en
situaciones que nuestro cerebro puede interpretar como peligrosas. El sistema
simpático puede heredarse por ser algo de naturaleza anatómica.
2º NUESTRAS VIVENCIAS. CAUSA-EFECTO Y APRENDIZAJE
Es
evidente que determinadas experiencias (traumáticas o no) pueden marcarnos para
siempre y crear manías, fóbias o rasgos y conductas inducidas por acontecimientos
de nuestro pasado, siendo la infancia y la adolescencia las etapas donde el
individuo es más facilmente influenciable. Algunos transtornos afectivos y de
personalidad se forjan durante estás primeras etapas de la vida y algunas situaciones
cotidianas pueden alterar los niveles de estrés y ansiedad independientemente
de la predisposición que tenga cada uno a sufrirlas. El consumo de ciertas
sustancias imprimen cambios en el carácter incluso cuando no se está bajo sus
efectos y otras como el alcohol a través de un consumo crónico son capaces
de atrofiar el cerebro, llegando incluso
a reducir su tamaño de manera muy considerable.
Tambien
nuestra capacidad de aprendizaje influye en nuestra personalidad en la medida
que afecta a la hora de volver a afrontar situaciones ya vividas anteriormente
y el conocimiento adquirido puede cambiar nuestra concepción de las cosas, con
todo lo que ello conlleva.
3º EL ENTORNO. CASI TODO LO QUE SOMOS
La
cultura, nuestros padres, nuestra localización geográfica o nuestras amistades son
lo que determinan la mayor parte de nuestra forma de ser, siendo las compañias
durante la adolescencia lo que más influirá en nuestro carácter. Nuestros hijos
en edad rebelde desarrollarán formas de conducta extraidas de su circulo de
amistades (también influenciado a su vez por otros factores externos y
sociales) en mayor medida que de de su entorno familiar o doméstico. Durante
este periodo desarrollamos gran parte de nuestras habilidades sociales, nuestro
comportamiento se verá directamente afectado por un torrente de sustancias que
nuestro cuerpo producirá de forma natural (hormonas).
CONCLUSIÓN.
Aunque
el carácter es flexible y puede cambiarse voluntariamente de multiples formas
como con terapia cognitiva, fármacos o
la propia voluntad (si es lo bastante fuerte), por ejemplo, no somos
responsables de nuestra personalidad ni de sus implicaciones. Nuestras
acciones dependientes del carácter,
vienen determinadas por factores que están más allá del bien y del mal y que
tienen más que ver con el azar que con la capacidad de elección.
La
responsabilidad de los actos cometidos no reside en nosotros mismos, pero es la
consideración que hace sobre ellos nuestra cultura y la moralidad establecida
en nuestro colectivo social, la que los cataloga como
buenos o malos.
En la
actualidad las cárceles están llenas de criminales que a su vez son víctimas, ya que sus mentes les engañan haciéndoles creer que tienen absoluta libertad en la toma consciente de decisiones, pero en realidad es el subconsciente quien decide por ellos. Es en las últimas décadas y gracias a la demostración científica de nuestro limitado albedrio, que algunos paises se plantean una reforma de sus códigos penales así como la revisión de las condenas a imponer. A día de hoy
la mejor solución ha sido apartar a estos elementos discordantes de la sociedad recluyéndolos en prisiones, y así seguirá siendo
mientras el factor cultural no sea lo suficientemente efectivo como para tener
un poder preventivo en la totalidad de los futuros delincuentes.
es muy posible que lo que llamamos libre albedrío sea una ficción cerebral.
¿Somos realmente libres? descargar PDF
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